miércoles, 7 de marzo de 2012
Bienvenidos
Ni son hijos del rock and roll ni les saludan los aliados de la noche. Cada uno son hijos de su padre y de su madre y les saludan los estudiantes de intercambios en Savonlinna. Estos días están llegando multitud de nuevos Erasmus a la ciudad.
Todavía no están todos, pero ya llegaran poco a poco. Por ahora sólo sé de: desde Italia, Giulia y Valerio (Siendo un petrolhead, la primera vez que oí el nombre de Giulia pensé en esto); desde la República Checa, David, Magdaléna y Kristýna y desde Alemania, Carmen (Nombre muy teutón, por cierto).
Por lo pronto, esta noche toca quedada general de todos cuantos sabemos que estamos por aquí dentro de un rato en donde siempre, Happytime. Al final nos van a tener que hacer la ficha de clientes preferentes. Ayer era martes, día preferido por los fonlandeses para salir de noche. ¿El motivo? Pido el comodín del público.
Pero a lo que voy. Que cada vez hay más gente, y eso es bueno. Como ya dije, ser Erasmus te convierte en una persona de otra especie. Los locales siempre mantendrán una ligera distancia, y más sabiendo que aquí son finlandeses.
Lo malo, es que hay otros que se dan cuenta que ya les queda poco tiempo. Y no precisamente a mi, que me doy con un canto en los dientes, sino a Helena y Joana, a las que apenas les queda tres semanas por estas gélidas tierras.
O no tan gélidas. Por las mañanas, hacen temperaturas perfectamente soportables de -2 o -4ºC, incluso con dos capas de ropa. Pero por las noches, el número cae hasta los -18ºC sin problemas. ¿Consecuencias? El lago se está descongelando y ya no me fío de caminar por encima. Eso es un atractivo menos para estos recién llegados, que no lo han experimentado. Esperemos que encuentren un lugar apto para hacerlo.
¿Y además, qué forma más finlandesa de conocerse que en una sauna? Pues esta tarde la he compartido con Valerio, milanés de nacimiento y romano de domicilio. Al principio qué maravilla, pero tras unos 15 minutos llegaron dos fineses. Pues los susodichos son unos kamikazes. Al principio nos dijimos... Vamos a intentar aguantar aquí dentro tanto como ellos. ¡FRACASO ABSOLUTO! Cuando Kalevi o como se llamara empezó a tirar agua al horno cual descosido, tardamos 3 minutos en salir. Estos chavalotes están locos.
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