lunes, 31 de octubre de 2011

Llegan las lluvias...



... a Almería (Por fin), y desaparecen esas ganas de dar interminables paseos al atardecer bajo los últimos rayos de sol del Mediterráneo. A cambio, surgen deseos de quedarse en casa, tapado con una buena manta en el sofá, viendo la televisión o haciendo otras muchas cosas, siempre bajo un techo.

Una de las cosas que normalmente no hago, por no gustarme demasiado, es leer. Pero apenas quedan dos meses para dejar Almería durante una buena temporadita, y quisiera estar preparado para mi destino. Muchos conocereis las Cartas Marruecas de José Cadalso; pero tenemos una versión menos conocida pero con la misma intención crítica, las Cartas Finlandesas de Ángel Ganivet.

Pero como yo no sería yo sin quejarme un poquito... Uno va para viejo y tiene que ir entrenándose para la tercera edad, a la cual algunos pronostican que no llegaré precisamente, por culpa de Finlandia; pero eso es otro tema. Tengo el libro en formato digital, listo para imprimir. Voy a la copistería y la copistera me dice que nanai, que hay un límite del 10% de la longitud del libro para imprimir por temas de derechos de autor.

El coleguilla Ganivet, a la diestra, falleció (Mejor dicho, se suicidó) en 1898, hace la friolera de 113 años. La ley de derechos de autor, en la versión que más podía favorecer a los creadores artísticos, concedía la propiedad de estos derechos a los sucesores del autor hasta 80 años después de su muerte; con la ley actual, esto se reduce a 70 años. La dependienta me dijo que cierto, pero que como comprueba ella cuando murió Ganivet. Tanto internet para tanto WhatsApp, y para lo que hace falta no pensamos en él...

Así que volví el día siguiente con mi portátil y con el artículo del autor abierto en Wikipedia para demostrarlo. Y qué sorpresa la mía al ver que la copistera imprimió el archivo sin rechistar.

Pero bueno, con mi libro en la mano, y con la luna alzándose en el cielo, leo. No es literatura común, es una crítica a la España de finales del siglo XIX a través de los ojos de un finlandés. Por entonces, Finlandia formaba parte del Imperio Ruso pre-soviético; y era motivo de continuas disputas entre los rusos y los suecos. Obviamente, muchas de esas críticas están hoy ridículamente obsoletas, pero el modo de vida, la personalidad de los locales, las costumbres y demás, siguen siendo vigentes. Una buena manera de estar preparado para lo que uno se pueda encontrar. Pero oye, creo que habrá cosas por las que me puedan caer hasta bien.

En fin, no he acabado de leerlo, quizás escriba una crítica completa de la obra.

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