domingo, 8 de abril de 2012
Dos días finlandeses
Aunque la canción esté en inglés, esto es un ejemplo de esa típica oscura música finesa. Y esto a cuento de que hemos tenido un par de días muy finlandeses. Como ya dije, Elina nos invitó a ir en Pascua a su casa.
Así que a las 6 de la tarde del jueves nos montamos en el coche y para allá que fuimos. Aunque esto poco o nada tiene que ver con lo que voy a escribir, lo cuento. Para los que nos quejamos de la gasolina en España, en Finlandia la puedes tener por el "módico" precio de 1,789€/L la de 95 o 1,829€/L la de 98. Lo recuerdo porque paramos a repostar a mitad de camino, 61€ por unos míseros 37L de gasofa, después de parar en varias, y que la conductora dijera "no voy a pagar tanto".
Llegamos a nuestro destino a cosa de las 9 y media de la noche. Obviando un poco lo borroso de la imagen, esta es la fotografía por satélite del lugar. El vecino más cercano está a cosa de un kilómetro. Es una casa de campo, hecha íntegramente de madera, con su almacén-granero, su bosque, y su camino de cabras para llegar hasta ella. Cuando llegamos, sólo el gato, Lasi, estaba en la casa; es uno de esos gatos gordos típicos del malo de la película en silla giratoria, de los que se dan la vuelta cuando llegas, acariciando al felino, y te dice... Te estaba esperando. Al menos, este hace la función que se espera de un gato, cazar ratones.
Pues entramos, nos descalzamos como manda la tradición finlandesa y dejamos los equipajes (Tampoco mucho, una muda por lo que pueda pasar y ya está). Al rato llegó su familia. Sus padres Matti y Eija, sus hermanos Pekka y Leena y su (Futuro) cuñado Ilkka. Poco hicimos, una cena rápida y a la cama, el camino fue de más de tres horas, aunque se amenizaron con música y las profundas conversaciones que sólo un finlandés puede tener. No son conocidos los finlandeses por mantener conversaciones sin importancia, de hecho las odian; si un finlandés te habla, es porque tiene algo importante que decirte y quiere que le escuches, evita hablar del tiempo y otras trivialidades.
Hago un inciso aquí para señalar que toda la estancia estuvo constantemente chocolateada por los tradicionales huevos de Pascua, es imposible comer sólo uno.
Como estudiantes de turismo, les hicimos una ruta por Almería a través de internet. Poco después, cenamos pasteles carelianos, típicos de la zona y camita. Ocupé la cama de Pekka, que se vio desplazado al sofá (Anteeksi), y compartí habitación con Ilkka. Me preguntó que si me gusta dormir hasta tarde, afirmé y me dijo que mejor, que él hacía lo mismo.
Así que nos dormimos y nos levantamos tarde, bajamos y nos encontramos a los ya despiertos jugando al Monopoly, en una eterna partida que se extendió hasta las 5 de la tarde y que con mucha suerte ganó Cristina. Comimos tarde, la 1 del mediodía es tarde para los estándares nórdicos, pero mi memoria de pez cirujano azul me impide recordar que fue. La verdad es que no salimos apenas de casa, sólo para los descansos saunísticos, en los que me descubrieron una mejor forma de refrescarse que bañarse en el lago, revolcarse en la nieve o darse una ducha fría, quedarse en reposo con una toalla cubriéndote, pero en la calle, a los -3ºC que hacían.
Jugamos a otros muchos juegos de mesa, vimos un rato de televisión y youtube nos entretuvo con videos de finlandeses con dos osos de mascota. Según me tradujeron, el buen hombre salió de caza, y accidentalmente se puso a medio camino de dos oseznos y la madre, momentos en los que inevitablemente, en cualquier especie animal, la hembra se pone furiosa y ataca; tuvo que disparar para salvarse, y emulando a Bart Simpson, adoptó a las crías, que hoy pesan unos 700kg en conjunto. Recuerdo un comentario que me tradujeron: "Los osos son muy inteligentes, estos casi saben contar hasta seis". En esa zona del país abundan los osos pardos, aunque todavía están hibernando; de todas formas, intentan evitar siempre que sea posible al ser humano. También me mostraron varios videos de los de los finlandeses más famosos: Mika Häkkinen y Kimi Räikkönen, explicándome por qué el segundo sería el ejemplo de estereotípico finlandés: No habla, pero cuando habla quiere que le entiendas perfectamente, y si para ello necesita lenguaje soez, lo hace sin ningún miedo. Ya tarde, nos pusimos a hacer una tarta de melocotón, aunque desconocía el motivo.
Ya el último día, que curiosamente fue el cumpleaños de Pekka, que hacía los 24 (Para eso era la tarta), fue más activo. El chaval nos llevó a Ilkka y a mi a una explanada nevada contigua a la casa, y trajo su moto, dijo que nos dejaría darnos una vuelta. Quizás no hubiera sido ningún desafío especial de no ser porque la máquina se trataba de una de motocross, Suzuki de 125cc; y porque servidor sólo ha probado a llevar la Vespa de su padre, sin demasiado éxito. Al menos lo hice mejor que Ilkka, que se encontraba en la misma situación que yo.
Poco después, Elina y su hermana nos pasearon por el pueblo y los alrededores. Un momento, ¿has dicho pueblo? Touché, corrijo, un puñado de casas más juntas de lo normal. Nos enseñaron sus antiguos colegios, los lagos helados que en verano se convierten en sus playas, los restos de la guerra y poco más, tampoco había mucho que ver. Curioso fue un camino por el que pasamos, de tierra y gravilla, pero perfectamente señalizado, con postes reflectantes cada 50 metros y límite de 80km/h. También fue curioso que, en un punto de dicho camino Elina dijera: Mi mejor amiga es de esa casa. El quid de la cuestión se encuentra en la palabra casa. No dijo de ese pueblo, sino de esa casa, simplemente para indicar el aislamiento de las casas en esta zona del país.
Cuando volvimos, comimos patatas cocidas, la comida más típica de Finlandia, con un poco de carne. Pekka, celebró su cumpleaños a su manera, sacó un trozo de carne de reno del congelador y la hizo para la cena. Lamentablemente ya nos fuimos para ese momento, pero nos la dio a probar antes. Entonces, empaquetamos de nuevo nuestros equipajes y nos volvimos a Savonlinna, no sin antes más fotos para el recuerdo, escribir algo en el libro de visitas (Algo que no había visto antes en España, pero que pienso copiar para mi casa) y despedirnos de todos. Nos preguntaron que si volveríamos a Finlandia, y respondimos que el verano del año que viene estaríamos aquí otra vez; nos pidieron que nos dejáramos caer por Miehikkälä de nuevo.
De nuevo, el mismo camino de vuelta, pero más de noche. Al igual que en la ida, llena de conversaciones filosóficas y de avistamientos de liebres de pelo blanco.
Como un contratiempo siempre es inevitable, me llevé la cámara pero no la tarjeta de memoria, así que dependo de que me envíen las fotos que hicimos con las cámaras que tenían.
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